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La ingeniería de riesgos ayuda a las compañías aseguradoras a prevenir pérdidas y a agilizar el proceso de suscripción, mediante las evaluaciones de riesgo estructuradas. La valoración puede hacerse en casa (es decir con vistas in situ o revisones de escritorio) o a través de informes de riesgo elaborados por terceros.
Aunque el resultado es siempre una evaluación global del riesgo de un objeto específico (por ejemplo, un edificio, una fábrica, un proceso de producción, etc.), las metodologías de clasificación de riesgos subyacentes varían según las normas internas de la organización que elabora el informe. La única forma de alinear las normas de forma coherente es analizando cada informe de riesgos individualmente y traducirlo según la norma interna, lo que tiene un coste elevado, lleva mucho tiempo y es propenso a la interpretación y el error.